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El Aristócrata que Intentó Engañar a Houdini

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Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio alardeaba, antes que Superman, de tener visión de rayos X. Su padre, Joaquín Argamasilla de la Cerda y Bayona, décimo marqués de Santa Cara y pilar del carlismo navarro, presidía hace cien años la Sociedad Española de Estudios Metapsíquicos.1 En noviembre de 1922, había descubierto que su hijo podía leer trozos de papel impresos y manuscritos metidos en una caja metálica y había bautizado esa nueva facultad humana como metasomoscopia. Así lo contaba en El Imparcial, el 16 de febrero de 1923, el ingeniero y amigo de la familia Joaquín Menéndez Ormaza:

Un buen amigo mío, rico, titulado, cultísimo y escritor notable, me habló hace un par de meses de cómo había observado en un hijo suyo, mozo de 17 años, con motivo de sus partidas familiares de tresillo,2 la extraordinaria e incomprensible facilidad para conocer algunas veces (no siempre) las cartas del juego por transparencia, según afirmaba. No hice caso de tales fantasías ni cuando me refirió otras habilidades realizadas posteriormente por su hijo. Últimamente, con ponderaciones que yo atribuí al amor paternal, me aseguró mi amigo que su hijo leía con pasmosa facilidad escritos para él totalmente desconocidos y encerrados en una caja metálica. Del escepticismo sistemático a la candidez hay un término medio, una posición tan incómoda como inquietante: la de dudar y sonreír con cierto aire de superioridad…3

El cronista había visitado a Argamasilla en su casa madrileña, “acompañado por una personalidad de máxime relieve en las letras patrias”. Creían ambos que iban a presenciar “juegos de prestidigitación o combinaciones pseudocientíficas”. Tras una demostración a cargo del joven, Menéndez Ormaza y su amigo se fueron de la casa convencidos de los poderes del muchacho. “Al salir a la calle, mi acompañante y yo no sabíamos qué decirnos”.4 El 8 de marzo de 1923, el notario y político madrileño Cándido Casanueva y Gorjón levanta acta de los prodigios que hace el joven ante su padre, el diplomático y escritor Francisco A. de Icaza, el ingeniero Manuel Maluquer y Menéndez Ormaza, para quien el documento del fedatario deja “bien sentada la realidad del fenómeno de la visión al través de los cuerpos opacos con todas las garantías posibles de la humana certeza”.5 ¡Como si un notario, por serlo, supiera de ilusionismo y estuviera, además, capacitado para validar un experimento científico! Posteriormente, Maluquer elabora una peculiar teoría según la cual los causantes del fenómeno son unos misteriosos rayos que llama NH.

Houdini con Argamasilla en 1924.

Las habilidades del adolescente, quien con el tiempo se convirtió en undécimo marqués de Santa Cara, se limitan a acertar con los ojos vendados la hora que marcan las manecillas de un reloj de bolsillo con tapa y lo escrito en un papel arrancado al azar de un libro o revista y metido en una caja de metal. Dice que su visión de rayos X funciona siempre que el metal no esté pintado. Sale de la habitación, los experimentadores meten un papel en la caja o mueven las agujas del reloj, regresa, se venda los ojos, toma la caja o el reloj cerrado entre las manos y adivina lo escrito o la hora. La visión del joven la bloquean únicamente “la porcelana, el cristal, el carbón y, en general, las [materias] malas conductoras de la electricidad. El papel también lo es hasta el punto de que, si se interpone uno de seda, la visión se interrumpe”.6

Científicos Deslumbrados

Joaquín María Argamasilla de la Cerda y Elio es un fenómeno en la España de la época. “Fue sometido en diferentes ocasiones a pruebas en el Museo de Ingenieros Militares, en diversos centros, en el Palacio Real ante sus majestades los reyes y en su casa misma ante hombres de ciencia, que se rodearon de todas las precauciones que pudieran garantizar la veracidad del fenómeno”.7 En esas exhibiciones, controladas siempre por su padre, deslumbra a científicos de primera línea que certifican sus poderes, como el físico Blas Cabrera, el ingeniero e inventor Leonardo Torres Quevedo y el médico Amalio Gimeno y Cabañas, conde de Gimeno, exministro y presidente de honor de la Sociedad Española de Estudios Metapsíquicos. “Yo no puedo hacerle más que dos afirmaciones absolutas. La primera, que el fenómeno existe y que creo en su veracidad. La segunda, que es absolutamente imposible explicarlo con las hipótesis físicas modernas. Todo esto que habrá usted oído de los rayos X es pura fantasía. No tiene usted más que fijarse en que estas teorías no explican en absoluto cómo es necesaria la existencia del metal para la visión, ni otras particularidades experimentales del fenómeno”, explica Cabrera –amigo de Albert Einstein y anfitrión del genio cuando en 1923 visitó España– al químico Miguel Masriera.8

Así manipulaba Argamasilla la caja para ver su interior, según Houdini.

Por encargo de la reina María Cristina, Ramón y Cajal preside en abril de 1924 una comisión científica para estudiar los hechos. La forman Cabrera, el histólogo Jorge Francisco Tello y el neurólogo y psiquiatra Gonzalo Rodríguez Lafora –ambos discípulos del Nobel aragonés–, el médico Juan Negrín –que sería presidente del Gobierno de la República entre 1937 y 1939–, el cardiólogo Luis Calandre y el oftalmólogo Manuel Márquez. Los experimentos se suspenden el día antes de su inicio “al sentir el vidente la desaparición de esta facultad”.9 Un don que recupera poco después para viajar a Francia para ser examinado por Charles Robert Richet (1850-1935), Nobel de medicina y apasionado de la metapsíquica.

El conde de Gimeno había aprovechado un viaje a París para informar del fenómeno a Richet. El fisiólogo francés, que había acuñado el término metapsíquica, consideró la posibilidad de viajar a España para estudiar al joven dotado. Al final, los Argamasilla –padre e hijo– van a París invitados por el Instituto de Metapsíquica Internacional, dirigido por el médico Gustave Geley. Según la prensa española, Richet escribe dos cartas a Gimeno en las que le dice: “Gracias a usted, hemos podido comprobar la sorprendente lucidez de Joaquín Santacara [sic]. Ello es verdaderamente maravilloso. Estamos en días de descubrir nuevos rayos. Nos encontramos en presencia de uno de los mayores descubrimientos de nuestros días. Comprobadas estas asombrosas facultades, nos es preciso continuar los estudios”. Los renombrados científicos y aficionados a la metapsíquica que ponen a prueba a Argamasilla pasan por alto un detalle revelador para cualquier aficionado al ilusionismo. “La condición para el eventual éxito [de Argamasilla] era que el lugar estuviera muy bien iluminado puesto que, según sus propias manifestaciones, las experiencias que había realizado en condiciones contrarias fracasaron”, indicaba en 1991 el mago argentino Enrique Márquez.10

El joven viaja poco después a Estados Unidos para ser examinado por la Sociedad de Boston para la Investigación Psíquica. “Ha venido a este país a convencer a los científicos de que puede ver a través del oro, la plata, el cobre y otros metales, e hizo su primera demostración antes de una reunión ayer en el hotel Pennsylvania”, dice The New York Times el 7 de mayo de 1924.11 Argamasilla lleva cartas de presentación de Richet, Geley y varios científicos españoles que aseguran que “había superado todas las pruebas y había demostrado concluyentemente a su satisfacción que podía leer a través de metal”. Sin embargo, Houdini no cree que el español, de 19 años cuando llega a Nueva York, tenga “visión supranormal”. Sabe que uno puede vendarse los ojos de tal modo que siga viendo –es un arte que dominan los prestidigitadores– y pilla a Argamasilla levantando ligeramente el pañuelo que tapa sus ojos, abriendo subrepticiamente la tapa de un reloj y echando una mirada dentro sin que nadie más se entere. Comprueba, además, que el truco de la caja metálica sólo le sale si lo hace con dos de su propiedad que le permiten echar un vistazo al interior por la holgura del cierre.

Debate en la Prensa Española

Arranque de la crónica sobre el encuentro de Argamasilla con Houdini del corresponsal del periódico Abc en Nueva York.

La historia que se cuenta en España es muy diferente. “La opinión publicada en la prensa refleja el respeto que el país tenía a la familia del marqués. El hecho de que el hijo del marqués estuviera implicado hizo que el caso fuera más convincente: ¿por qué un joven aristócrata iba arriesgar innecesariamente su reputación y tomarse la molestia de simular esa habilidad? ¿Quién iba a atreverse a contradecir a un marqués apoyado por prestigiosos científicos?”, destacan las historiadoras de la psicología Annete Mülberger y Mònica Balltondre.12 Así, Miguel de Zárraga, corresponsal en Nueva York del diario Abc, envía una crónica en la que sostiene que “los ingenuos neoyorquinos están un poco desconcertados ante los experimentos, realmente asombrosos, que Joaquín María de Argamasilla les brindó con la mayor modestia” y que Houdini había hecho el ridículo al intentar replicar los poderes del joven español. “Todos los grandes periódicos norteamericanos han proclamado el triunfo de Argamasilla, y se burlan donosamente del atrevido Houdini”, sentencia.13 Si bien es cierto que Houdini yerra a la hora de adivinar la hora de un reloj de tapa y dice que sus agujas marcan la una y diez minutos cuando apuntan a las doce y diez, el marqués y su hijo vuelven a casa derrotados ante los científicos y la opinión pública estadounidense, para la que el joven queda como un charlatán.

El primer relato fidedigno de lo ocurrido en Estados Unidos que se publica en nuestro país es obra de Rodríguez Lafora, el principal crítico español de Argamasilla. En agosto de 1925, el neurólogo y psiquiatra cuenta en el periódico El Sol cómo “Houdini ha venido a demostrar que los psicólogos, los médicos y los físicos son tan fáciles de engañar como los abogados, los artistas o los sacerdotes. Cualquier prestidigitador les sorprende, exactamente los mismo que a los otros profesionales que no se consideran técnicos”.14 Se refiere a los desenmascaramientos de la médium estadounidense Mina Crandon, conocida por sus seguidores como Margery, y de Argamasilla. “No se contentaban allí [en Estados Unidos] con las afirmaciones de Richet y de los sabios españoles que lo atestiguaban. Querían comprobar por sí mismos la realidad del fenómeno. Pero los hombres de ciencia americanos son, al parecer, menos pedantes que los de Europa y aceptaron la colaboración de un mago o prestidigitador profesional, Houdini, que es el que les ha revelado los secretos y trucos de estos pretendidos fenómenos”.

Días después, Argamasilla se queja, en una carta a El Sol enviada desde Biarritz, de haber sido presentado “como un embaucador y un farsante que ha logrado engañar, con una pretendida facultad nueva de visión, a centenares de personas sabias y legas, hasta que un comité de doctores de Nueva York, con mayor perspicacia”, proclama su “falta de honradez” y le echa “al montón de los impostores”.15 El joven asegura que él y Houdini habían mantenido un encuentro privado en el que había demostrado sus poderes al mago, quien, “maravillado del éxito”, vio en su habilidad “un filón a explotar” y le propuso asociarse, algo a lo que el aristócrata se negó. Como represalia, añadía, el ilusionista había empezado entonces a decir que todo lo que hacía el joven eran trucos que podía replicar. “Él no pudo cumplir su palabra, con lo que mi triunfo fue completo, y de ello dieron cuenta los periódicos de América y algunos corresponsales de Madrid”, escribe. Rodríguez Lafora pide entonces al vidente que, como él había hecho en su artículo de denuncia, cite “las revistas y artículos de hombres respetables de Norteamérica que aceptaron su nueva facultad”. No lo hace. No puede. No existen.

¡Desenmascarado!

Houdini explica en un librito las artimañas del psíquico español, a quien considera “un inteligente manipulador”, y acaba con la carrera paranormal de Argamasilla en Estados Unidos.16 Cuenta cómo el joven mueve tanto la caja metálica con el papel en su interior como el reloj de tapa hasta casi su barbilla, de tal modo que puede, a través de la rendija de la primera y abriendo rápidamente el segundo, llegar a ver lo escrito en el papel y la hora que marcan las manecillas, respectivamente, gracias a un hueco entre la venda, la nariz y la cara. Otra vez, es Rodríguez Lafora quien en España explica los detalles en tres artículos sucesivos publicados en El Sol, ilustrado uno de ellos con imágenes del libro del mago. El neurólogo propone una serie de sencillos experimentos para poner a prueba los poderes del muchacho y llama la atención sobre los fallos cometidos hasta ese momento por los experimentadores, sólo explicables por su ingenuidad. “Entre los numerosos absurdos chocantes de las pruebas del señor Argamasilla, está el de que dice generalmente que no ve a través del cartón o papel, y en cambio lo hace a través de los algodones y pañuelo o venda que se pone ante los ojos, olvidando que la pasta de papel es de composición parecida a aquéllos. ¿Cómo no se le ha ocurrido a ningún investigador suprimir el algodón y el pañuelo de los ojos del vidente y, en cambio, ponerlo envolviendo las cajas metálicas? Si no impedía el paso de los rayos a través de los párpados, tampoco lo impediría al envolver las cajas metálicas. Éstas y otras contrapruebas parece incomprensible que se les hayan escapado a hombres de ciencia e investigación”, escribe.171

Portada del librito en el que Harry Houdini desenmascara al falso dotado español.

Argamasilla se indigna, se niega a responder a las “acusaciones injuriosas” de Rodríguez Lafora y amenaza con “proceder consecuentemente”, al tiempo que envía varias cartas de científicos e intelectuales en su apoyo. En una, Torres Quevedo, Cabrera, el conde de Gimeno y el biólogo Joaquín María de Castellarnau aseguran que ellos tomaron en su momento todas las precauciones posibles para evitar cualquier engaño y afirman “rotundamente que es absolutamente imposible” que Argamasilla use “ninguna rendija de las cajas metálicas para ver los objetos que había dentro de ellas”. Ramón María del Valle-Inclán, apasionado del ocultismo y amigo del marqués, firma una segunda carta en la que dice que Rodríguez Lafora “carece de toda autoridad” para juzgar el caso: “Hablar de lo que no se ha visto y suponernos tontos a los que hemos tenido plena comprobación, acusa más ligereza que sentido científico”.

No todos los que han presenciado los prodigios de Argamasilla comparten la opinión de Torres Quevedo, Cabrera, el conde de Gimeno, Castellarnau y Valle-Inclán. El escritor y político Luis Araquistáin asiste a una exhibición del joven en compañía de su amigo Juan Negrín.18 Ve a Argamasilla abrir la tapa del reloj subrepticiamente para ver la hora y se da cuenta de que es incapaz de leer la parte del papel metido en la caja metálica que queda fuera de su campo de visión. Eso, unido a que el muchacho no adivina la hora de un reloj con la tapa atada, la necesidad de tener siempre la apertura de la caja hacia él y su negativa a someterse a los controles pedidos por Houdini, lleva a Araquistáin a concluir que Argamasilla “ve bastante bien en los cuerpos opacos, y todavía mal a través de los cuerpos opacos”, y a desmarcarse de los “testimonios de tantos sabios españoles”. “Este asunto –extraordinario como tema de literatura picaresca– no encierra, para mí, el menor interés científico", coincide Negrín.19

Meses después, en una conferencia en Palencia, Rodríguez Lafora dice que el éxito entre algunos científicos de renombre de sujetos como Argamasilla, que llegó a ser director general de Cinematografía y Teatro durante el franquismo (1952-1955), se debe a que “los hombres de ciencia son generalmente cándidos por estar acostumbrados a investigar la verdad, y van a buscarla directamente, sin estar habituados al trato con los que premeditadamente se valen del engaño”.20 “Las personas que desean creer en los fenómenos supernormales no están capacitadas para investigar estos fenómenos. Un investigador simpatizante no sólo carece de capacidad crítica, sino que incluso ayuda al médium y le facilita los trucos, y aún afirma luego con toda sinceridad que ha visto el fenómeno y que ha controlado bien”, sentencia el neurólogo.21 A la hora de poner a prueba a alguien presuntamente dotado de poderes paranormales, el mejor aliado de un científico es un mago, alguien que ha hecho del engaño de los sentidos un arte y un modo de vida. Por eso individuos como Uri Geller nunca se someten voluntariamente al escrutinio de un prestidigitador.



Nota Final

Este texto es un extracto del libro El peligro de creer (Léeme, 2015), de Luis Alfonso Gámez.22



  1. Metapsíquica era el nombre que recibía la parapsicología a principios del siglo XX.
  2. Juego de naipes español que nació a finales siglo XVIII.
  3. Menéndez Ormaza, Joaquín [1923]: La luz negra o la visión al través de los cuerpos opacos. Librería San Martín. Madrid. 36.
  4. Menéndez Ormaza [1923], op. cit., 38-46.
  5. Ibid., 77-81.
  6. Marqués de Santa Cara [hacia 1924]: Un tanteo en el misterio. Ensayo experimental sobre la lucidez sonambúlica. M. Aguilar. Madrid. 277.
  7. Redacción [1924]: “Un tipo de metapsiquia”. La Vanguardia (Barcelona). 10 de enero.
  8. Masriera Rubio, Miguel [1924]: “La metasomoscopia (II y último)”. La Vanguardia (Barcelona). 16 de febrero.
  9. Rodríguez Lafora, Gonzalo [1924]: “Sobre la visión a través de los cuerpos opacos”. El Sol (Madrid). 10 de enero.
  10. Márquez, Enrique [1991]: “Harry Houdini, un capítulo de su lucha contra el fraude”. El Ojo Escéptico (Buenos Aires). Vol. 1, Nº 3 (diciembre). 14-15. Márquez, Enrique
  11. Redacción [1924]: “Challenge super-sight”. The New York Times (Nueva York). 7 de mayo.
  12. Mülberger, Annette; y Balltondre, Mònica [2012]: “Metapsychics in Spain: acknowledging or questioning the marvelous?”. History of the Human Sciences (Londres). Vol. 25, Nº 2 (abril). 108-130.
  13. Zárraga, Miguel de [1924]: “‘Abc’ en Nueva York. El maravilloso Argamasilla”. Abc (Madrid). 24 de mayo.
  14. Rodríguez Lafora, Gonzalo [1925]: “Espiritismo, videncia y engaños”. El Sol (Madrid). 1 de agosto.
  15. Argamasilla de la Cerda, Joaquín María; y Lafora, Gonzalo R. [1925]: “Una carta y una respuesta, Espiritismo, videncia, engaños”. El Sol (Madrid). 8 de agosto.
  16. Houdini, Harry [1924b]: Houdini exposes the tricks used by the Boston medium Margery to win the $2500 prize offered by the Scientific American. Also a complete exposure of Argamasilla, the famous Spaniard who baffled noted scientists of Europe and America, with his claim to X-ray vision. Adam Press Publishers. Nueva York. 38 páginas.
  17. Rodríguez Lafora, Gonzalo [1926]: “La visión a través de los cuerpos opacos: el caso Argamasilla”. El Sol (Madrid). 17, 18 y 19 de febrero.
  18. Araquistáin, Luis [1926]: “La visión ‘en’ los cuerpos opacos”. El Sol (Madrid). 23 de febrero.
  19. Negrín, Juan [1926]: “Opinión del doctor Negrín”. El Sol (Madrid). 2 de marzo.
  20. Febus [1926]: “Conferencia del doctor Rodríguez Lafora. Los fenómenos espiritistas supernormales”. El Sol (Madrid). 22 de mayo.
  21. Rodríguez Lafora, Gonzalo [1927]: Don Juan, los milagros y otros ensayos. Prologado por Luis Valenciano Gayá. Alianza Editorial (Col. “El libro de bolsillo”, Nº 591). Madrid 1975. 193.
  22. Gámez, Luis Alfonso [2015]: El peligro de creer. Prologado por José A. Pérez Ledo. Léeme Libros. Madrid. 226 páginas.

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