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De entrañable curandero a peligro público

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Se ha paseado desde 1996 como un gurú de la salud por las principales cadenas de televisión, radios y periódicos españoles. En los últimos veinte años, Txumari Alfaro ha recomendado a mis conciudadanos desde comer rabos de pasa y llevar una nuez en el bolsillo para mejorar la memoria –dado el parecido entre este fruto seco y el cerebro– hasta beber la propia orina. Pero no ha sido hasta ahora que los mismos grandes medios que le han promocionado acríticamente durante dos décadas han puesto el grito en el cielo: se han enterado de que aconseja a las enfermas de cáncer de mama renunciar a cualquier tratamiento médico si quieren curarse. ¿Pero qué se pensaban que ha hecho siempre?

El curandero navarro Txumari Alfaro intervino el 13 de enero en Barcelona en el congreso Un mundo sin cáncer: lo que tu médico no te cuenta. Antes de la celebración del encuentro, en el que participó lo más granado de la comunidad pseudomédica, el Colegio de Médicos de Barcelona pidió la intervención del Departamento de Salud catalán porque se ponía en duda “de manera explícita, el papel de los médicos a la hora de informar de manera veraz sobre el cáncer a los pacientes y los ciudadanos en general”. Y el Gobierno catalán envió un observador al congreso, que se celebró con gran éxito de público en el hotel Barceló Sants, donde Alfaro y sus colegas difundieron, ante gente desesperada, sus peligrosas ideas sobre el cáncer.

En un momento de su charla, el curandero contó que tres mujeres –cada una con una hija con cáncer de mama– le habían preguntado en un descanso qué hacer ante el diagnóstico de la enfermedad. “Nada. Ahora la terapia consiste en no hacer nada”, les respondió él. Es un devoto de la llamada nueva medicina germánica. Los practicantes de esta pseudoterapia, inventada por el ex médico alemán Ryke Geerd Hamer, consideran que enfermedades como el cáncer y el sida se deben a conflictos emocionales no asumidos. Olvídense de mutaciones del ADN y virus. Según dijo Alfaro en Barcelona, sólo con “tomar conciencia” del conflicto emocional que te ha causado la enfermedad –el cáncer mama, en este caso–, ésta mejorará, y los médicos tendrán que darte menos medicación y “menos quimio”. “Quiero incidir en esto para lograr el 100% de curación del cáncer de mama”, sentenció. Además, añadió entre otros disparates que “el tamaño del tumor es proporcional al volumen conflictual que ha vivido” la mujer y que los niños que sufren cáncer lo padecen porque no fueron deseados. Así que ya lo sabe: si es madre y uno de sus hijos tiene cáncer, la culpa es suya. Palabra de Txumari.

A raíz de estas afirmaciones, los mismos medios que hasta hace cuatro días promocionaban sin pudor los libros y programas de televisión del curandero han arremetido contra él. Ha pasado de ser un personaje “entrañable” con cuyos encuentros virtuales con el público conseguir clics en las webs a ser un peligro público. Ya era hora. No es la primera vez, ni mucho menos, que las grandes cadenas de televisión y cabeceras periodísticas españolas descubren, escandalizadas, que aquí se juega. Eso sí, tras haberse llevado sus ganancias. Ya ocurrió con la homeopatía, que durante años vendieron como una alternativa a la medicina y de la que ahora prácticamente todos reniegan. Ahí están las hemerotecas digitales donde Txumari Alfaro recomienda impunemente homeopatía para acabar con las verrugas, dormir en una habitación sin aparatos eléctricos enchufados para evitar los dañinos efectos de los campos electromagnéticos y no tomar leche “si queremos tener una piel tersa, relajada y resplandeciente”, entre otros sinsentidos. En la televisión pública vasca (ETB), por ejemplo, animaba hace diez años a beber el propio pis y en diciembre de 2016 aseguraba que cura la celiaquía. Siempre sin oposición, siempre sin réplica. ¿Qué ha pasado para que los medios ahora renieguen de él?

Un currículo de fantasía

Que el cáncer tiene un origen emocional lo sostiene desde hace años, como seguidor que es de la nueva medicina germánica. Txumari Alfaro no dice hoy más burradas que ayer. No da más consejos peligrosos contra la salud que en los años 90, cuando los escépticos españoles empezaron a denunciar públicamente sus tonterías mientras los grandes medios miraban hacia otro lado. Debutó en 1996 en la televisión pública española (TVE) con La botica de la abuela, un programa dedicado a la promoción de remedios caseros del que nació una franquicia de tiendas. Desde entonces, ha vendido su sabiduría en otros canales de televisión –Antena 3, Telecinco, La Sexta, ETB e Intereconomía– y ha sido amablemente entrevistado –nada de cuestionar sus afirmaciones, por favor– en casi todas las radios y diarios del país. Lo sorprendente es que hasta ahora ninguno de esos medios se haya dado cuenta de que estamos ante un peligro público. Tanta ceguera tiene su mérito, créanme, porque nuestro protagonista nunca ha sido otra cosa que un buhonero.

Txumari Alfaro carece de titulación médica. A pesar de eso, dirige desde hace años en Pamplona un negocio que presenta en sus charlas como “centro médico colegiado”. En realidad es una clínica alternativa que él disfraza de otra cosa. Sus únicos avales como profesional sanitario son sus supuestos títulos en naturopatía, iridología, hipnosis, acupuntura, biodescodificación… Ante un currículo plagado de títulos sin validez académica y conocido desde hace años, ¿cómo es posible que los grandes medios hayan sido altavoces de sus afirmaciones? ¿Es que ningún periodista se ha molestado en todo estos años en verificar las credenciales de alguien que hace recomendaciones sobre salud más que cuestionables hasta para un lego? Ésa es la gran incógnita.

La repentina conversión de los medios de comunicación españoles a la racionalidad en el caso de Txumari Alfaro puede que sea sincera –no seré yo quien diga lo contrario–, pero no sirve para que el mal periodismo lave sus culpas. Sin el respaldo de televisiones, radios y periódicos, este curandero nunca habría llegado a ser la celebridad que es, sus consejos a popularizarse y vaya usted a saber cuántos enfermos de cáncer a morir prematuramente por renunciar a tratamientos que podían haberles salvado la vida. Desde sus comienzos en TVE, los medios han preferido hacer caso a este curandero frente a los escépticos que han denunciado sistemáticamente sus disparates. Escépticos como el periodista científico Mauricio-José Schwarz, quien hace diez años, con motivo del fichaje del curandero por La Sexta, advertía de que “este personaje es peligrosísimo y puede llevar a que pierdan la salud o la vida muchas personas que confían en su bonachona sonrisa, su pausada voz, su intensidad fanática y su aparente sinceridad”. Ay, qué entrañable, Txumari.


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